28 de junio de 2010

Hagamos de casualidad



Estoy desconectada materialmente de la vida. Sin celular, sin banda ancha y sin radio por que mis objetos tecnológicos decidieron romperse en cadena. Que casualidad, ¿No? 
O no, tal vez es una cuestión que va más allá de que sea casualidad… porque yo buscaba poder desconectarme y no podía, no lograba poder despegarme de estos objetos. Vuelvo a citar una frase de Cerati (una vez más) que me hizo pensar así: 

“tanto lo deseas, que al fin sucede”.


Verdaderamente me siento bastante mejor después de casi una semana sin entrar a Facebook, MSN y demás redes sociales. Me había olvidado lo aburridas que son. A Facebook no le encuentro otro sentido más que sentarse frente a la pc a enterarse los chismes de los demás… igual admito que un poco me gusta (modo Rial: ON). Admito que al principio me puse de mul mal humor, pero pasó algo muy extraño, algo que no es común en mi: PENSE EN EL LADO POSITIVO DE LA SITUACIÓN. Más que nada, creo que pensé así por que se puede vivir sin toda esa información inservible, sin toda esa ¿basura? dentro de la cabeza. Y no me cambió la vida ni me hizo mejor persona no tener internet, pero poder pasar tiempo sin “viciar” y sin estar “conectada” con el resto del mundo me hizo pensar mucho (si ok, no está bueno pensar mucho, pero bueno, se hace lo que se puede) en mi, en lo que quiero. Estuve solo conmigo, lejos de absolutamente todo y (casi) todos. Este tiempo conmigo me sirvió para darme cuenta de que quiero crecer. Tengo que dejar cosas atrás. Para poder avanzar y crecer  hay que abrirse, hay que dejar fluir las cosas y mirar para adelante.