Te quedás quietita, tranquila y sin moverte de tu lugar.
Contemplás el mundo y ves como todo
pasa.
Pero hay ALGO que te dice que tenés que empezar a moverte... y a la vez hay otra cosa que te impide hacerlo, que no te deja volver a prenderte y seguir el ritmo cotidiano de tu vida y te confundís. Por que tenés la necesidad de decir BASTA y de no hacer nada; parar un poco y ver como todo pasa, tomando
distancia. Te das cuenta que eso no es tan bueno, por que si te quedás estancada y apagada no avanzas (y vos buscás todo lo contrario).
Sabes que moverte te provoca ganas de cambiar, de crear cosas nuevas y eso te gusta, pero no encontrás motivación, no tenés energías.
Entonces, observás, prestás atención y entendés que sudece alrededor.
Paras. Reflexionas. Después seguis adelante... o eso intentás, sacando energía de las pequeñas cosas.